Visitando Córdoba y su historia

Uno nunca se fascina lo suficiente ante la cantidad de lugares que puede visitar cuando se desplaza hasta una región como Andalucía. La comunidad autónoma andaluza ofrece una diversidad cultural y paisajística admirable y sin lugar a dudas es una de las zonas más atractivas de toda España e incluso de Europa. No en vano, en el tercer trimestre de 2016 el número de turistas que han visitado Andalucía supera los diez millones.

Lugares como Sierra Nevada, las playas de Málaga o Conil de la Frontera, la ciudad de Sevilla, el valor cultural de la Alhabra de Granada o la fascinante Mezquita de Córdoba son algunos de los lugares que sirven como gancho para muchos de los visitantes que acuden cada año al sur de España a hacer turismo y olvidarse de la vida cotidiana por unos días.

Precisamente sobre la última de las ciudades que he mencionado pongo el foco en este artículo. Córdoba es una urbe magnífica, que ofrece una variedad increíble de planes para el turista y de la que es completamente imposible marcharse sin haber aprendido algo nuevo y fascinante. Es, desde luego, una de las joyas de nuestro país y de una comunidad autónoma como Andalucía.

El año pasado mi familia y yo decidimos visitarla. Nunca antes habíamos estado y tanto mi mujer como yo teníamos unas ganas tremendas de conocer la ciudad. Además, sabíamos que una visita como ésta tendría consecuencias positivas para nuestros hijos, que adquirirían un bagaje cultural importante y empezarían a sentir un placer tremendo por viajar y conocer lugares diferentes a los que están acostumbrados.

Sabíamos qué lugares de la ciudad queríamos visitar. Comenzamos a obtener información acerca del coste de dichas visitas y, si he de ser sincero, me quedé estupefacto al comprobar lo caro que resulta acudir a algunos de los centros de interés de la ciudad. Solo me sorprendió para bien el precio de uno de estos centros de interés: el Palacio de Viana, que podía visitarse por una cantidad prácticamente simbólica.

Cuando por fin viajamos a Córdoba, decidimos visitar el Palacio. Éste, que consta de cinco siglos de antigüedad y cuenta con un total de doce patios, está compuesto a su vez por una muestra de casas en las que solía vivir la nobleza de la ciudad. Conocerlo nos iba a permitir descubrir muchos de los entresijos de la ciudad y de su Historia, concretamente desde el siglo XV.

La visita también nos permitiría observar cómo han evolucionado varios estilos arquitectónicos y los estilos de vida de la nobleza que residía en el Palacio, algo que se refleja a través de elementos como tapices, pinturas, porcelanas o muebles de muy diversa consideración. Por otra parte, los patios y el jardín componen una belleza que no pasó desapercibida para nosotros y que también nos trasladó hasta épocas como la medieval o la renacentista.

Un balance muy positivo

Lo peor de la visita fue que concluyera. La verdad es que nos marchamos del Palacio apenados pero con la sensación de haber tenido un contacto muy estrecho con las diferentes etapas de la historia de la ciudad a través de elementos materiales de incalculable valor patrimonial y sentimental para una ciudad como lo es Córdoba.

He visitado muchos lugares a lo largo de mi vida, pero pocos voy a recordar tanto como aquel. Recuerdo que de joven nunca me había apasionado especialmente la Historia, pero desde que acudí al Palacio de Viana en Córdoba este interés se ha visto engrandecido. Y es que es importante saber de dónde venimos para conocer con certeza hacia dónde vamos. La Historia, en esa misión, debe ser nuestra herramienta principal.

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