Uno de los aspectos más positivos que presenta viajar es que se tiene una inmensidad de libertad en varios aspectos. Se puede elegir destino, qué tipo de medio de transporte utilizar para llegar a ese destino, número de días de la estancia…y un montón de cosas más. Y es que hay pocas cosas que ofrezcan una mayor libertad que hacer una escapada y olvidar, aunque sea por unos días, de las ataduras que nos mantienen unidos inexorablemente al lugar en el que residimos de manera habitual.
Hay que tener en cuenta, no obstante, que al organizar unas vacaciones puede pasarnos de todo. En especial cosas que no son agradables y que pensamos que nos pueden arruinar el viaje. La mejor manera de combatir esta sensación es la de no perder la esperanza y pensar rápidamente en alternativas. La historia que narraré a continuación es un buen ejemplo de lo que os trato de hacer llegar.
Ocurrió durante las vacaciones de verano que mi mujer y yo preparamos para el pasado verano. Los dos nunca habíamos visitado Francia, y por tanto decidimos reservar varios días de hotel en dos ciudades de la talla de Niza o Marsella. Como no nos gusta depender de nadie, el viaje lo habíamos organizado de tal manera que el desplazamiento lo haríamos en nuestro propio coche. Ambas ciudades no nos pillaban excesivamente lejos y hacer las cosas de aquel modo no era ningún disparate.
Pero surgió un problema. Nuestro coche se averió pocos días antes de que llegara nuestro periodo vacacional. Nuestro plan se acababa de ir al garete puesto que desde el taller nos comunicaron que necesitaban varios días para arreglar los desperfectos en el motor del vehículo. Aquella era la peor de las noticias puesto que deseábamos coger el coche no solo para llegar a las dos ciudades sino también para movernos por ellas. Las vacaciones se encontraban en serio peligro.
Pero no hubo un momento para el desánimo entre mi mujer y yo. Rápidamente, lo que hicimos fue reservar un par de billetes de autobús y contactar con una empresa encargada de transportar vehículos al extranjero para que, en cuanto el coche estuviera reparado, que nos lo hicieran llegar. Una de las empresas de las que mejor nos habían hablado era Transportes Trans Thalia y de ahí que nos encomendáramos a ellos para soliviantar nuestra situación.
Un servicio excelente y muy oportuno
Llegó el día de comenzar nuestras vacaciones y lo hicimos con la conciencia tranquila. Aunque todavía faltaba un par de días para que el taller finalizara las tareas de reparación, sabíamos que en cuanto el trabajo estuviera hecho una empresa de transportes de auténtica referencia a nivel nacional nos echaría una mano a la hora de que pudiésemos hacer uso de nuestro coche en cuanto antes.
Desde luego, así fue. En cuanto pasó ese par de días, los profesionales de Transportes Trans Thalia nos avisaron de que ya se encontraban en posesión del vehículo y que procedían a entregárnoslo en nuestro lugar de destino (que por entonces era la ciudad de Marsella). Dicho y hecho. Dos días más tarde, ya contábamos con nuestro coche. Un servicio perfecto.
Nuestras vacaciones, que estaban resultando ya por entonces muy relajantes, se convirtieron en sensacionales. Desde aquel momento en adelante podíamos hacer uso del vehículo para ir a cualquier sitio, sin tener que depender de los horarios del transporte público o sin pagar altos precios por el uso de un taxi.
La recta final de nuestras vacaciones fue, por tanto, muchísimo mejor. Pudimos desplazarnos a Niza en coche, movernos por la ciudad con él y regresar a España sin necesidad de comprar dos billetes de autobús, como habíamos hecho en la ida. A pesar de que nos habíamos encontrado con un severo contratiempo a la hora de organizar nuestro viaje, lo habíamos resuelto de la mejor manera posible. Y sin ponernos nerviosos. Esta es la clave para que nada ni nadie pueda arruinarnos las vacaciones durante este verano.